Sunday, April 08, 2007

¿Qué ha sido de las Estrellas de La Línea?




Una vez terminado el rodaje, quedaron sentadas las bases para integrar una plataforma a partir de la cual las Estrellas seguirían encaminándose en la consecución de sus demandas, aprovechando los ofrecimientos de simpatizantes voluntarios que las asesorarían en materia de derechos humanos, psicoterapia, requerimientos para legalizar su situación migratoria y capacitación para aprender oficios alternos.

Pero las cosas se complicaron. Lo más difícil para ellas fue comprender las enormes ventajas que supone tomar acciones y pronunciarse en conjunto, como un equipo, en vez de hacerlo en lo individual. Esto en vista de su arraigada costumbre de resolver los problemas por cuenta propia, sin necesidad de nadie más, sumado al hecho de que, en realidad, la relación entre ellas es una extraña combinación de amistad y camaradería con rivalidad y mutua competencia. A ello agréguese otra dificultad: sacar tiempo, voluntad y fe de entre un día a día colmado de inestabilidad y malas noticias que aparecen de súbito y gratis.

Así pues, dado que el espíritu que inspiró la plataforma era la autogestión (no el asistencialismo), “poco a poco el movimiento se fue apagando”, según se explica en los últimos segundos del documental.

¿Qué ha sido de ellas?

Valeria trabaja ahora en las calles de la zona 9, ganando diez veces más que antes. Con tres décadas a cuestas, ya es abuela… y viuda: su novio, el marero, sentenciado a 30 años de prisión por homicidio, fue asesinado con lujo de saña en noviembre del 2008.

Lupe, la portera lesbiana del equipo, fue puesta otra vez en prisión por asaltar autobuses. Vilma se separó de ella. Viuda por partida triple, tiene 38 años, siete hijos (más otros tres recogidos), tres nietos, y en el 2007 dio a luz a una niña más, asmática. El año anterior le tocó enterrar a su hermano y a uno de sus ex maridos.

Kim huyó a Nicaragua llevándose consigo a un hijo de Vilma, menor de edad. Regresaron a Guatemala y vivieron juntos por un tiempo. Ahora ella alquila el cuerpo en otro sector de la ciudad.

Carol trabajó en un lupanar ubicado a inmediaciones de La Terminal, en la zona 4 y recientemente volvió a instalarse en La Línea. Continúa viviendo con Beto, el cónyuge de quien ha seguido recibiendo palizas y con quien procreó a una segunda hija.

La Seca se gana la vida todavía en La Línea.

Beatriz abandonó el oficio de prostituta, obtuvo recientemente su título de cultora de belleza y labora a medio tiempo en una fundación para la prevención del SIDA, encargada de concienciar en materia de higiene a hombres que tienen sexo con hombres. En el 2007 contrajo nupcias por lo civil y a finales del 2008 abrió un puesto de comida nicaragüense en la llamada “Pequeña Managua” de la capital guatemalteca.

Kimberly, el/la extrovertido/a entrenador/a, continúa diseñando vestidos y trabaja en la misma fundación que Beatriz.

Susy dejó también el sexoservicio y ahora atiende un puesto de chucherías en la Cruz Roja. Con inmensa alegría logró cumplir dos de sus sueños largamente acariciados: alfabetizarse y aprender el oficio de corte y confección.

La otra retirada es Ericka, quien antes de dedicarse a la prostitución había logrado sacar un diploma que la acredita como secretaria. Uno de sus clientes le propuso matrimonio y ahora viven casados. En septiembre del 2007 tuvieron una niña y al año siguiente un niño. Hoy trabaja como vendedora de tarjetas de crédito.

Maribel vive a salto de mata, huyendo de los salvatruchas que la amenazaron de muerte.

La China también huyó en su momento de mareros y policías, y hoy vive de ilegal en Los Ángeles.

Mercy aprovechó el viaje que la llevó a España al estreno del documental para quedarse a probar suerte en Madrid. Se ha ocupado en varios empleos, y de cuando en cuando retoma el comercio sexual. Con lo ganado, logró reunirse allá con su hijo mayor y espera pronto juntar más para llevarse también al menor. Su marido, Calín, espera turno pero la tiene difícil después de enredarse con una muchacha de 16 años y procrear con ella a una hija.

Y Marina, la célebre triste borracha, en septiembre del 2006 enviudó de Carlos, muerto de cirrosis por los excesos con el alcohol. Su semblante, sin embargo, mejoró al recuperar el ojo de cristal que le faltaba. Grabó una placa musical donde canta sus boleros favoritos, y que fue presentado a teatro lleno en agosto del 2008. Al año siguiente se le diagnosticó un cáncer terminal en el colon. Murió con las luces del día 27 de octubre. Tenía 70 años.

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